Musealización Centro de Interpretación «Casa del Mármol/Levantina/Tradición» en Pinoso
Comisariado y coordinación técnica exposición museográfica
Verónica Quiles y Ángel Rocamora (Rocamora Arquitectura)
Promotor
Fundación Levantina
Dirección
Yolanda Llinares
Colabora
Excmo. Ayuntamiento de Pinoso
Comité Científico
Mª Carmen Lorenzo, José A. Serrano y Emilia Mª Tonda
Textos
Clara Pérez y Verónica Quiles
Entrevistas etnográficas
Verónica Quiles
Publicaciones
Este proyecto se ha desarrollado desde la mirada antropológica y teniendo como protagonistas a las familias dedicadas a la extracción, transporte, elaboración y comercialización de la piedra natural del interior de la provincia de Alicante. Relatamos en la Casa del Mármol en Pinoso la historia de sus habitantes en el territorio de la comarca del Medio Vinalopó, reconociendo los espacios domésticos relacionados con el patrimonio etnográfico e industrial del sector de la piedra como son los montes, canteras, vías de comunicación y transportes, oficios y empresarios, talleres y fábricas, materiales y acabados.
Con este proyecto museográfico se ha creado el discurso expositivo y la selección de los bienes culturales donde facilitar al visitante la visión social y territorial de un sector industrial, cuya historia se afianza con la llegada del ferrocarril en la provincia a mediados del s. XIX. La narración de este relato nos la cuenta sus protagonistas en un momento cotidiano donde nos han facilitado imágenes, piezas y objetos pertenecientes a las historias de vida de varias generaciones. Este trabajo fortalece la participación ciudadana exponiendo las señas identitarias de este colectivo como activo turístico industrial.
“El patrimonio cultural de Pinoso nos ofrece oportunidades para disfrutar distintos saberes de una tierra ligada a sus frutos: la piedra y el vino. Una relación que nos permite conocer las identidades de las mujeres y de los hombres, el ritual de la vendimia, las experiencias en las canteras, los tesoros de las bodegas, la sensibilidad del mármol, los colores de la uva monastrell… Todo este conjunto de experiencias, de cambios y de permanencias, como las cualidades del vino y del mármol, son los símbolos de una cultura reconstruida a lo largo del tiempo. Vemos un mismo lugar, el municipio de Pinoso, y gracias a la educación y a la sensibilización patrimonial miramos hacia distintos tiempos, pasados y futuros. Nos aproximamos a un paisaje de significados propios del territorio, el Medio Vinalopó, que nos comunican, por extensión, con las tradiciones artesanales centenarias y con la vanguardia industrial del mundo Mediterráneo”.
Mª Carmen Lorenzo, socióloga y profesora IES
José A. Serrano, antropólogo y profesor UMH
«La necesidad de conocer y difundir los recursos didácticos del entorno se aplica en este caso al mármol. La presencia en el paisaje de las canteras y la vinculación con los habitantes de la zona, adquieren de este modo un valor especial al comunicar entre la sociedad su patrimonio cultural, histórico, arqueológico, geográfico y artístico. Para ello, se ha rastreado en el pasado de las canteras, en la recopilación de instrumentos y piezas antiguas, en la transmisión de las tradiciones y en los testimonios orales, en los diferentes usos del mármol en la construcción, decoración y esculturas».
Emilia Mª Tonda, geógrafa y profesora de la UA
Piedra e Historia en Pinoso
La ocupación del territorio por el hombre está ligada al empleo de la piedra a lo largo de la historia. Piedra para fabricar utillaje necesario para sus actividades diarias y manifestaciones espirituales.
La Centenera es un paraje natural que conserva diversos elementos de interés patrimonial como restos arqueológicos de distintas épocas, cucos, antiguas canteras, tramos de vías y petroglifos. En 1998 estos petroglifos fueron declarados por la UNESCO, Patrimonio Mundial dentro del Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica e incorporados al inventario General del Patrimonio Cultural Valenciano en 2010, como arte rupestre de la provincia de Alicante. Otros restos arqueológicos, destacables en el término municipal, son los encontrados en El Queixal y El Prado, de época romana.
Piedra y tradición
La arquitectura rural tradicional está directamente relacionada con la explotación agraria, haciendo uso de la piedra para diversas construcciones: caseríos, ribazos, malacones, cucos, balsas, eras, casas de labradores, bodegas, almazaras, cuadras, aljibes y pozos.
A finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, la arquitectura urbana de Pinoso se ennoblece gracias a la riqueza generada por el aumento en la producción y venta de vino, que mejora la economía de las familias. La piedra Almorquí, La Calesa o Bateig, el mármol Rojo Alicante de La Romana y el Coralito de El Cantón, serán los escogidos para adornar sus fachadas. En 1900 se construirá la Torre del Reloj, convirtiéndose en el símbolo de la localidad.
Vías de comunicación y transporte
Sectores como la agricultura, el comercio y la piedra natural se vieron beneficiados por la revolución de los transportes y la mejora de caminos y carreteras. La llegada del ferrocarril MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) en 1858, favoreció la exportación de los mismos.
Hasta mediados del siglo XX, el traslado de la piedra desde la cantera hasta la fábrica, aun habiendo mejorado las infraestructuras viales, era lento y costoso, porque el medio de transporte era de tracción animal, cureñas y carretones, arrastrados por bueyes, reatas de mulas o asnos.
El tiempo necesario para transportar la piedra de la cantera del Coto hasta la fábrica de Carlos Tortosa, situada en la Estación de Monóvar-Pinoso, era de una semana. La bajada desde la cantera hasta el pueblo de Algueña, requería un gran control sobre el peso, contrarrestándose con un pequeño bloque o maleteta que se enganchaba en la parte trasera de la cureña.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, la progresiva llegada de los camiones y maquinaria pesada, tanto en los tajos de extracción como en fábricas y talleres, supuso un avance considerable en el sector facilitando su extracción, transformación y comercialización.
Piedra y territorio
La necesidad del hombre por trazar y demarcar las propiedades en el territorio, queda patente con la utilización de mojones como los que se colocaban en los límites de término municipal o en los cruces de caminos.
Entre los mojones hallados en el término municipal destaca el mojón que los estudios relacionan con el cercano asentamiento romano El Queixal adscrito, por contexto arqueológico, entre el I y el III d.C. Este mojón es de piedra caliza y conserva la inscripción DOM con letras capitales. Si relacionamos estas tres letras con la palabra DOM (inus-i), el mojón marcaría la frontera entre dos o más propietarios.
Las canteras
En el siglo XVIII se explotaban las canteras de piedra en Bateig (Novelda-Elda), Rambla Fonda (La Romana) y Rollo (Aspe). Pero el arranque definitivo de la industria del mármol en la provincia (extracción y fabricación) ocurre en plena modernización.
Entre la segunda y tercera década del siglo XX se abren nuevas canteras en Cavarrasa (Monóvar), Sierra de la Horna (Novelda), Serra Pelà (La Romana), el Altico (Novelda-Aspe) y La Mola (Novelda). También en tierras murcianas próximas a Pinoso, encontramos canteras como en El Cantón (Abanilla). Posteriormente comenzaron otras explotaciones cercanas como las de Quibas o la Peña de la Zafra, de Abanilla y Fortuna respectivamente.
El Monte Coto, comienza la extracción en 1923. La primera subasta de aprovechamiento de mármol del monte público se concedió a Tomás Pastor Blanes de Novelda. Carlos Tortosa Juan, reconocido industrial de Monóvar, comienza la extracción del Crema Marfil en 1928, vinculando su nombre y el de sus sucesores a este mármol. La fábrica de aserrados y elaboración estaba junto a la estación de tren de Monóvar, donde trabajaban con piedras y mármoles de la zona y también de procedencia nacional e italianos.
El trabajo manual
«Para abrir una cantera, hasta la década de los cincuenta, era necesario un cabrestante, cable, dos grapas, ocho o diez picos, dos mazas, diez o doce cuñas con sus flejes y muy importante una escuadra para que el bloque estuviera a escuadra y poco a poco se iba comprando otros». Cantero, 72 años
«A los diecisiete años empecé a trabajar como pinche de cantera con Tortosa. Allí sacábamos el escombro con capazos de esparto y arreglaba los picos en su fragua. Después, me especialicé como palista en la cantera». Palista en la cantera, 68 años
«Vine con mi familia desde Zurgena a La Algueña para que mi padre, Antonio, el encarregat, trabajara con Carlos Tortosa. Supervisaba sus explotaciones en El Coto y en El Cantón y pagaba semanalmente el jornal a todos los canteros». Cantero 69 años.
“En el campo se cobraba aproximadamente la mitad, lo cual, muchos de nosotros acabábamos trabajando en la cantera, aunque era más peligroso” Cantero, 68 años
“Mi mujer se encargaba de la casa, de los hijos y del huerto. Si no fuera por ella, mis hijos no hubieran salido adelante”. Cantero, 69 años
“El patrimonio de la familia se lo debemos a la piedra”. Hija, esposa y madre de canteros, 62 años
«Enseguida quise especializarme y aspirar a cargos superiores, no quería hacer este trabajo toda mi vida. Al final exploté mis propias canteras». Cantero y empresario, 85 años
La Fábrica
El aserrado de los bloques, para la obtención de tablas y losas es el primer trabajo realizado en las fábricas. Después, con diferentes técnicas se consiguen los acabados: pulido, abujardado, apomazado y flameado.
Las primeras fábricas se concentraron en Novelda y Monóvar, cercanas al tren y al río desde finales del siglo s. XIX. Con el tiempo, el desarrollo del sector y el empuje industrial favorecerá nuevas empresas de transformación en el Valle del Vinalopó.
A partir de los años 60 llegaron los camiones a pie de cantera para cargar bloques, algunos fueron utilizados los de la empresa Transportes Botí en Novelda. En la década de los años 70 del siglo XX, se empezó a utilizar el hilo helicoidal, consiguiendo una mayor producción de bloques pero no será hasta incorporación del hilo diamantado en cantera y en fábrica, como también del disco diamantado para el corte en fábrica favoreciendo la producción del producto pétreo y el crecimiento de nuevas empresas del sector. En Pinoso la primera fábrica de aserrado, cortado y pulido de mármol se construyó entre 1974-1975.
«Vertíamos la pólvora dentro de los agujeros de las barrenas y a veces, las cubríamos con arena. Encendíamos la mecha y teníamos que correr unos 100 metros para quedar fuera de peligro. Por desgracia, no siempre salíamos todos ilesos». Cantero, 69 años
El taller
A finales del siglo XIX y hasta finales de los años 40 del siglo XX, los artesanos se dedicaban a realizar lápidas con grabados, relieves y en menor medida esculturas.
A partir de los años 20, estos escultores y magníficos artistas entrarán a trabajar en las fábricas de mármol, cobrando un sobresueldo, ya que eran contratados para la elaboración de elementos ornamentales como escaleras y balaustradas.
“A consecuencia de la crisis económica por la Guerra Civil, muchos de los escultores artesanales tuvieron que vender sus obras muy por debajo de su valor. Ello provocó que el propio escultor dejara de sentirse artista”. Hija de escultor en piedra, 46 años
La piedra de Alicante en el mundo
En la actualidad, Levantina se ha afianzado como un referente mundial en la explotación, transformación y comercialización de la Piedra Natural, al contar con el mayor yacimiento de mármol Crema Marfil en el mundo.
El Grupo Levantina está presente en más de 110 países de la Unión Europea, América, Oriente Medio y Asia y por ello, contribuye en los aspectos sociales que desarrolla a través de su Fundación. Entre los objetivos principales se encuentra el conocimiento y la difusión del patrimonio natural y cultural de sus explotaciones. La Fundación Levantina crea en 2014 esta exposición, para acercar al público en general el legado cultural de las canteras del mármol de Alicante.
“Al principio las mujeres trabajaban en labores de clasificación, administración y comercialización. A partir de 1989, con la nueva directiva, las funciones de la mujer se equipararon con las del hombre”. Trabajadora en fábrica, 57 años