«Nada es eterno…nada es efímero»
Revista Betania 2017
Publicado por David Beltrá Torregrosa
¿Qué distancia hay entre lo eterno y lo efímero, entre lo que es «para toda la vida» y lo que presumiblemente es «pasajero»….? Hay una gran distancia, la verdad, aunque no siempre proporcional a lo duradero de lo eterno ni a lo frágil de lo efímero. Esta es una reflexión que cambia si la pregunta me la respondo desde la visión de un coleccionista que, a lo largo de muchos años, ha podido observar cómo aquellas cosas que uno piensa que son para siempre, luego no lo son. De ahí que a veces las puedas encontrar tiradas y olvidadas por mercadillos, rastros o locales de venta de objetos de segunda mano. Así pues los títulos de estudios, orlas, certificados personales, fotos recuerdos, de reconocimientos en vida… que siempre ocuparon un lugar privilegiado en nuestras casas y hogares, un día se descuelgan y deambulan en manos de otros postores. Es la segunda vida de los objetos, esa segunda oportunidad que adquieren motu propio.
En cambio, un conjunto variopinto de objetos, ajenos a perpetuarse y olvidados desde que dejamos de usarlos y dejan de cumplir su función, muchas veces tienen más vida que los propios elementos duraderos. Me estoy refiriendo a objetos cotidianos como los lápices de publicidad, bolígrafos, llaveros, bolsas de comercios, papel de embalar con tal o cual publicidad. Y que el reencuentro con éstos, después de haber quedado olvidados entre las páginas de un libro, al fondo de un cajón, en el hueco de un armario muchos años sin abrir, nos produce una importante emoción y nos lleva a ese momento que lo tuvimos en nuestras manos y llegando a emocionarnos.
Es la vida al revés: convertimos lo efímero en duradero y, lo que nos debía acompañar en nuestras vidas, en efímero y pasajero…