Ruta de los refugios de la Guerra Civil en Alicante y Sant Joan d’Alacant como activo turístico
Publicado por Verónica Quiles López y Noemí Daniel Alonso
Artículo entregado el 10/02/2017
Publicado en las Actas CNAP del Congreso Nacional de Arqueología Profesional, Zaragoza, abril de 2017
ISBN: 978-84-608-8580-1
Pp: 395-405
En la provincia de Alicante se han realizado en los últimos años numerosos trabajos de carácter científico y divulgativo sobre la recuperación de la Memoria Histórica Democrática. La capital será siempre recordada como un referente histórico de la Guerra Civil donde sistemáticamente, fue bombardeada por las fuerzas aliadas del bando nacional sin cesar durante toda la contienda. Esta táctica militar de ataque indiscriminado hacia los civiles provocó un gran impacto psicológico y un sentimiento de miedo y terror.
A consecuencia de estos ataques la administración republicana mandó crear la Defensa Pasiva Local que organizó por todo el municipio una red de refugios antiaéreos donde se pudiese resguardar la población, pero muchos civiles eligieron huir hacía la huerta alicantina generando el fenómeno conocido como «la columna del miedo».
Paralelamente en los municipios de Sant Joan d’Alacant y Mutxamel, muy próximos a las Playas de San Juan y Muchavista, numerosas fincas hortelanas fueron incautadas por militares y civiles de ambos bandos, unas ocupadas como guarderías y otras, como residencias para diversas personalidades. Ante este fenómeno la Concejalía de Cultura de Sant Joan d’Alacant promovió un estudio etnográfico para la recuperación de la Memoria Histórica, donde se documentó la existencia de refugios antiaéreos privados. A partir de esta información se procedió a la excavación del refugio localizado en la finca Pedro José.
Con este trabajo pretendemos revalorizar este patrimonio olvidado a través del turismo cultural o alternativo generando flujos de turistas y residentes de este municipio y con otros que conserven patrimonios relacionados con la Memoria Histórica. A pesar de que muchos de estos municipios tienen entidad suficiente para atraer este tipo de turista, sin duda la elaboración de productos culturales con una visión conjunta refuerza tanto la entidad individual como colectiva de las dimensiones del conflicto en el territorio alicantino.
Artículo completo aquí: ARTÍCULO QUILES Y DANIEL
Introducción
En la provincia de Alicante, en los últimos años se han realizado numerosos trabajos para la recuperación y divulgación de la Memoria Histórica, centrándose en las estructuras empleadas en la guerra, como son fortines y refugios. En lo que se refiere a los primeros, se han encontrado líneas de búnkeres en las entradas de la ciudad y a lo largo de la costa, formando parte del Muro Mediterráneo. Se han localizado algunos de ellos en las playas de Tamarit (Elche), Santa Pola y Altea, así como en la Serra Grossa (Alicante). Ejemplos en poblaciones de interior, destaca el de Monforte del Cid, por las intervenciones que allí se han realizado (Martínez-Medina, 2012: 4). En cuanto a los refugios, su estudio, favorece el conocimiento sobre cómo actúo y se organizó la población ante la ofensiva (Taberner y Broseta, 2015: 402).
De los refugios alicantinos destacan las actuaciones museísticas realizadas sobre este patrimonio cultural en las ciudades como Alcoy (2006 y 2017), Alicante R31 Séneca y R46 Balmis (2015) y finalmente el refugio de la finca Pedro José en Sant Joan d’Alacant (Quiles y Martínez, 2016), que ha sido recientemente excavado y se encuentra en proceso de musealización.
En el resto del panorama peninsular, hay que mencionar las labores realizadas en Almería, Cartagena (Besolí y Peinado, 2008: 1-18), Plaza del Príncipe (Santander), Albacete y los encontrados en Barcelona: Refugio 307, Plaza del Diamant, Sant Adrià de Besòs, Gavá (Clavijo, 2011: 1-30) y La Garriga (Girona) (Coma y Costa, 2008: 251-256), Alcañiz (Teruel), Teruel (Juan, 2010: 65-79), Cuenca (Domínguez-Solera y Muñoz, 2011: 1-115), Arjonilla (Jaén) (Jaén, 2016: 3-20), Alacuás, Carcaixent, Cullera, Ribarroja y Sagunto (Bosó, 2013: 165-178) (Valencia), Guadalajara, Alaior (Menorca).
Para entender estas estructuras de guerra, hay que tener en cuenta que se sufrieron masivos bombardeos en la Comunidad Valenciana. En el caso de la ciudad de Alicante, prácticamente desde el comienzo y hasta el final de la contienda, los bombardeos se realizaron por la Aviazione Legionaria delle Baleari, que tenían su base en Mallorca y cuya misión era minar la moral de la población (Díez, 2016: 184) y aniquilar cualquier infraestructura portuaria o industrias de guerra (Moreno, 2014: 4). Alicante y sus proximidades sufrieron al menos 83 bombardeos aéreos y navales durante toda la guerra (Lumbreras y Lozano 2015: 364).
Los ataques se realizaron por la Aviación Legionaria Italiana y por hidroaviones alemanes, que en estos momentos se encontraban bajo las órdenes del mando franquista. Estos destacamentos generaron diarios de vuelo y fotografías aéreas, registrando en Alicante y su provincia los bombardeos en “Alcoy (7), Alicante (40), Denia (5), Jávea (1), Sant Vicent del Raspeig (5), Torrevieja (2) y Villajoyosa (2)” (Díez, 2016: 190).
La capital alicantina soportó numerosos ataques aéreos durante la contienda pero a partir de 1938, los bombardeos se hicieron continuos con la ofensiva hacia el Mediterráneo (Díez, 2016: 183).
El primer bombardeo se realizó el 5 de noviembre de 1936, ensañándose con objetivos civiles. El 28 de noviembre de 1936 con 160 bombas en respuesta al fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. El bombardeo del 21 de noviembre de 1937 con 37 muertos y el bombardeo del 25 de mayo de 1938 (Rosser, 2016: 24), donde se produjo la gran matanza en el Mercado Central, con más de 300 civiles.
Ante esta situación, y desde principios de 1937, el gobierno en Madrid creó un organismo que se debía de encargar de la defensa aérea y que tenía comités locales en todos los municipios. Este organismo fue la Junta de Defensas Pasivas Antiaéreas, que se encontraba en todos los territorios que se consideraban leales al gobierno de la República y que debía de encargarse de las labores de defensa de la población civil, como es la construcción de refugios y el mantenimiento de los mismos (Jaén, 2016: 8).
Al finalizar la contienda, se calcula que había en torno a 90 refugios construidos en el término municipal de Alicante (Lumbreras y Lozano 2015: 36). La mayoría de estos refugios eran públicos y estaban situados en parques, plazas y avenidas.
Se autorizó la construcción de refugios en lugares de máxima concurrencia como en la plaza Séneca (Estación de Autobuses), Estaciones de Ferrocarril Murcia y MZA, Fábrica de Tabacos y escuelas. Así mismo algunos alicantinos solicitaron al consistorio la construcción de refugios privados bajo sus viviendas.
En ocasiones se ha planteado que los gastos que se producían de la construcción de los refugios, se debían de sufragar por los beneficiarios de los mismos, por lo que las juntas creaban impuestos especiales a la ciudadanía. También es destacable el caso de la ciudad de Cuenca, en la que se tienen testimonios de mujeres construyendo refugios, “llegaron a trabajar ochenta y cuatro mujeres voluntarias, habiendo en cada refugio apenas veinte obreros, sin mecanización y con escasos recursos para pagar” (Domínguez-Solera y Muñoz, 2011: 84).
Volviendo al caso alicantino, además de los 92 refugios de los que se tiene constancia en la capital, se construyeron otros en localidades como Alcoy, Elche, Agost, Bussot, Castalla, Cocentaina, Denia, El Campello, Elda, Ibi, Jijona, Novelda, Onil, Orihuela, Sant Joan d’Alacant, Sant Vicent del Raspeig, Sax, Torrevieja, Villajoyosa, Villena y Jávea (Moreno, 2014: 5). Muchos alicantinos cogían el tranvía por la noche para pernoctar en las vecinas localidades, denominándose a este fenómeno como la “Columna del Miedo” (Moreno, 2014: 5).
En medio de este fenómeno, en Sant Joan d’Alacant se ha documentado varios refugios, a pesar de que no era una población objeto de ataque aéreo, ya que presentaba la ventaja de no contar con industrias cercanas que se consideraran bélicas y no estar junto al mar (Mallol, 2000: 63). La Defensa Pasiva ordenó construir refugios públicos, como el refugio bajo el Grupo Escolar Hermenegildo Giner de los Ríos, actual colegio Cristo de la Paz y posiblemente en Benimagrell. Otro ejemplo es el refugio que se encuentra en la partida de Santa Faz entre los términos municipales de Alicante y Sant Joan. Las personas que podían, vivían con algunos de sus familiares en Sant Joan o en Mutxamel, donde alquilaban casas de campo o fincas en algunos de estos municipios.
Otra particularidad en la Huerta alicantina, fue la construcción de refugios de carácter privado en fincas incautadas por militares, como la Finca El Reloj ocupada por el General José Miaja y la finca Pedro José, donde hoy están los Juzgados de Paz (Riquelme, Martínez y Quiles, 2016: 1813). Los legítimos dueños de la Finca Pedro José, la familia Ivorra, tuvieron que trasladarse a otra finca del mismo municipio, y tras la Guerra, volvieron a recuperarla. Esta finca pasó a ser residencia militar y familiar del Teniente Coronel de Carabineros, José Muñoz Vizcaíno, quien ordenó la construcción del refugio antiaéreo bajo el inmueble. Durante el 2016 se llevó a cabo la localización de las entradas y excavación (Quiles y Martínez, 2016).
La recuperación de la Memoria Histórica en Alicante
Alicante, la capital de la Costa Blanca se ha sumado a la recuperación de la Memoria Histórica Democrática al igual que otras ciudades hicieran años atrás. Alicante ha apostado en los últimos años por la salvación de los refugios antiaéreos que el Comité Local de la Defensa Pasiva mandó construir para la protección de sus ciudadanos.
Durante la Guerra Civil fueron casi un centenar de refugios antiaéreos los que, de forma urgente, se desarrollaron para la defensa de la ciudadanía. Algunos de estos refugios, construidos con premura y sin muchos medios, por fuerza mayor, se realizaron sin planimetrías previas. Existe una interesantísima información documental y cartográfica del Comité Local de la Defensa Pasiva de Alicante custodiada en el Archivo Municipal de Alicante (AMA).
En 1945 hay constatado en el Archivo un expediente de demolición de los refugios antiaéreos situados en la vía pública. En la década de los 50, los técnicos municipales llevaron a cabo un Plan Especial de Refugios Públicos, donde se realizó un pormenorizado registro documental de los refugios existentes de los que se tenía conocimiento.
Durante el 2003 a través de los técnicos de arqueología, se coordinó la elaboración de un catálogo de los refugios dentro del nuevo Plan Especial de Protección Arqueológica (PEPA), dependiente del Patronato Municipal de Cultura y el Patronato Municipal de la Vivienda (Oficina de Gestión del Plan RACHA) del Ayuntamiento de Alicante. En el mismo catálogo se incluían los monumentos conmemorativos asociados a la Guerra Civil española de claro corte fascista, de modo que aún sin olvidar para qué y para quién fueron construidos, pudieran mantenerse como memoria de la guerra desde un punto de vista reconciliador.
Con motivo del LXX y LXXV aniversario de la finalización de la Guerra Civil española y del bombardeo del Mercado Central, los alicantinos a través de colectivos culturales y cívicos promovieron actuaciones de gran interés para la sociedad para rescatar del olvido las tragedias que se acontecieron en la capital con la Guerra Civil. En mayo del 2009, la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica y la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas, reivindicaron la instalación de un monumento de conmemoración en la parte posterior del Mercado Central rindiendo homenaje a los fallecidos el 25 de mayo de 1938, cuando el bombardeo de la aviación italiana al Mercado Central dejó más de 300 víctimas civiles entre las que se encontraban mujeres y niños, comparable al famoso bombardeo de Guernica (Pérez, 2005). Pero no fue hasta un año después cuando la Comisión del gobierno aprobó el cambio de denominación de la Plaza del Mercado, que desde ese momento pasaba a llamarse Plaza del 25 de Mayo. Tal reivindicación fue capitaneada desde la Asociación Cultural Alicante Vivo.
El descubrimiento de la placa tuvo lugar el 25 de mayo de 2010 tras un emotivo acto no exento de polémica ello provocó que se volviera a inaugurar al año siguiente, donde asistieron numerosa representación política además de diferentes colectivos, como la Comisión Cívica de Alicante por la Recuperación de la Memoria Histórica, Alicante Vivo, la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC) en cuya placa se mencionaba la autoría de la masacre, la aviación italiana fascista. La Comisión Cívica aprovechó para recordar otros lugares escenario de sangrientos episodios durante los últimos días de la Guerra Civil en Alicante, como fue el Campo de Concentración los Almendros y el puerto.
Otros elementos constructivos no tuvieron mejor suerte como ocurrió con el refugio situado en las entrañas del Paseo de Campoamor. En 2007 se halló el refugio en el solar donde se estaba construyendo el futuro Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), y a pesar de que se tenía constancia no se protegió y en 2011, se demolió.
A finales de ese mismo año la prensa local se hacía eco de los movimientos que el Ayuntamiento alicantino y en colaboración con la Diputación de Alicante, estaban realizando. Surgió un proyecto que pretendía recuperar algunos de estos lugares subterráneos y utilizarlos con fines museísticos. Tres meses después la Concejalía de Imagen Urbana ordenaría el proyecto de localización in situ de las bocas de acceso de refugios antiaéreos a través de un estudio de georradar. En concreto, se constató la localización de los existentes bajo las escalinatas del IES Jorge Juan, así como los que subyacen bajo la intersección entre las avenidas General Marvá y Benito Pérez Galdós, bajo Poeta Quintana y en el Paseo de Gadea, frente a la Casa de las Brujas. También se quiso conocer el estado actual de los refugios que conectan la Plaza del Carmen y la Plaza de Quijano en el casco antiguo, como el excavado en el Benacantil, en la Ladera Norte.
Paralelamente, en otro escenario y coincidiendo con el 75 aniversario de la masacre del Mercado Central e impulsado por la Comisión Cívica de Alicante por la Recuperación de la Memoria Histórica, se inauguraba en la Plaza 25 de Mayo, el monumento en el pavimento de la plaza, en recuerdo a las víctimas del bombardeo de la aviación fascista sobre la capital.
A finales de 2013 durante las obras en la Plaza Séneca se documentó uno de los refugios públicos con mayor capacidad, y que estuvo sellado durante muchas décadas, lo que permitió una actuación arqueológica de gran envergadura (Lumbreras y Lozano, 2015: 369). El refugio se encontraba en perfecto estado de conservación, y este hecho animó a que los gobernantes locales y autonómicos, decidieran recuperarlo y revalorizarlo, de forma que la plaza ganara en espacio y en servicios. Por un lado, la plaza fue transformada a pie de calle con un nuevo espacio social y por el otro, cultural, al recuperar el recinto subterráneo de un patrimonio olvidado, además de recuperar el inmueble de la Estación de Autobuses para otros usos. En otro lugar muy próximo a esta plaza, durante la realización de una obra, se localizó otro refugio en la Plaza Doctor Balmis (Lumbreras y Lozano, 2015: 387). Este presentaba un excelente estado de conservación, de modo que durante el 2014, tanto el refugio de Séneca, como el de Balmis, fueron rehabilitados por el consistorio como espacios museográficos.
Encontrándonos en pleno LXXV aniversario de la finalización de la Guerra Civil se realizaron diversas Jornadas por la PIC de Alicante y al mismo tiempo, la Comisión Cívica de la ciudad, organizaba una serie de actos que consistieron en conmemorar lugares de interés histórico, como era el puerto donde se rendía homenaje a las miles de personas que esperaron en vano la llegada de barcos como medio de huida en los últimos días de la contienda. Sólo en torno a una sexta parte de los hacinados en el puerto lograron escapar a bordo del barco Stanbrook y pudieron exiliarse a Orán (Argelia).
En el monolito se recordaba la tragedia de las personas que fueron apresadas por las tropas fascistas italianas, y muchos fueron hacinados en campos de concentración, como el instalado en las faldas de la Serra Grossa, en La Goteta, llamado de Los Almendros. Y de la misma forma, la Comisión Cívica y en colaboración con la Concejalía de Imagen Urbana, instalaron un monolito en este lugar.
Los esfuerzos invertidos por la Diputación, el Ayuntamiento y la Universidad, además de la participación ciudadana y la gestión privada sobre la recuperación de la memoria histórica dio sus frutos a comienzos de 2015, cuando la Concejalía de Imagen Urbana inauguraba el Refugio R46 (Balmis) en varias jornadas de puertas abiertas. Los responsables de la musealización, que fue encargada al equipo de Rocamora Arquitectura, apostaron por una museográfica sobria, cuyo protagonista era sin duda el paisaje sonoro por el compositor Luis Ivars, que interpretaba la llegada de los aviones y la caída de las bombas.
Posteriormente y dentro de un proyecto más ambicioso se inauguraba meses después el Refugio R31 (Séneca) (Fig. 2), junto con el Centro de Interpretación de los Refugios Antiaéreos de la Guerra Civil en el inmueble de la antigua Casa de Máquinas frente a la Plaza de Séneca, proyecto llevado a cabo por la Concejalía de Cultura.
Tras las últimas elecciones municipales el nuevo gobierno local creó la Concejalía de Memoria Histórica con el objetivo de recuperar, mantener y difundir los fenómenos memoriales populares, modernos y contemporáneos. El último proyecto ha sido la elaboración de la exposición “Guerra Civil y memoria histórica en Alicante” (noviembre 2016 – junio 2017) conjunta con el Archivo Histórico Provincial de Alicante (AHPA).
La recuperación de la Memoria Histórica en Sant Joan d’Alacant
Sant Joan d’Alacant es una población de interior, que se encuentra muy cerca de la costa. Forma parte de la Comarca de L’Alacantí y es el centro geográfico de la antigua Huerta alicantina En la actualidad viven más de 22.000 habitantes. A lo largo de la historia esta población ha logrado atesorar un extraordinario legado patrimonial, material e inmaterial. Ello ha sido posible gracias al trabajo en común entre los municipios vecinos y a una gestión magistral de los recursos naturales del territorio.
La historia de esta población está íntimamente ligada al Camp d’Alacant. Desde tiempos inmemorables este territorio se ha dedicado a cultivar la tierra, pero es a partir del siglo XVI cuando comienza a forjarse el periodo de mayor prosperidad. Ello fue posible gracias a la construcción de una colosal obra de ingeniería, el Pantano de Tibi. Se trata de la presa más antigua de Europa, estando vinculada a una red de canalizaciones de riego que distribuía las aguas del Río Montnegre por toda la comarca de L’Alacantí.
El periodo de la Guerra Civil también dejó huellas en sus personas y en su paisaje. A través de la Concejalía de Cultura, en 2015, se activó un plan para la Recuperación de la Memoria Histórica donde la principal fuente de investigación fue el estudio etnográfico a mayores -llevado a cabo por una de las autoras- lo que permitió la localización de uno de los refugios antiaéreos de tipo túnel excavado en el subsuelo del inmueble de la finca Pedro José, y ella, se destaca de otras fincas, pues se desencadenó un hecho histórico relevante relacionado con el final de la Guerra Civil española.
Esta residencia típica de la Huerta alicantina se encuentra frente al Centro Cultural junto a un parque conocido con el nombre el Huerto de los Gigantes. Fue construida en el último tercio del siglo XIX sobre una más antigua, y es un claro ejemplo de edificación burguesa decimonónica. La vivienda se denomina Pedro José en honor a su propietario Pedro, y a su primogénito, varón, José. En la actualidad es utilizada como Juzgado de Paz.
La vivienda perteneció a la familia formada por Pedro Piñol Queraltó y Elvira Escolano Cortés. Su hija Carmen Piñol, heredaría la casa y vivió con su marido José María Ivorra, el prestigioso médico de la Fábrica Tabacalera de Alicante, que durante la guerra tuvieron que hospedarse en casa de un amigo, en la Finca El Jabalí. La última propietaria fue la hija de ambos, Dña. Carmen, a quien conocimos y entrevistamos antes de que falleciera en 2015. Era la viuda de Miguel Martínez-Mena Rodríguez, quienes no tuvieron descendencia. Por otra parte, Rafaela Baeza Seva fue la hija de los últimos caseros y nos proporcionó un testimonio crucial.
En los últimos días de la Guerra Civil, la finca Pedro José fue el escenario del cambio de poderes de la capital Alicantina, una claudicación diplomática, sin derramamientos de sangre. Los protagonistas de este hecho histórico fueron el farmacéutico José Mallol Alberola, -que formó parte de los “once de Muchamiel” (Rosser, 2016: 21)- que estaba en contacto con la Junta Militar de la Defensa Franquista, quien negoció un final de guerra incruento con el Comandante de Carabineros, José Muñoz Vizcaíno. La relevancia del hecho viene acentuada al recordar que Alicante fue la última capital republicana en rendirse al bando nacional (Aldeguer y Santo, 1999: 97-98).
Algo similar al caso que nos ocupa lo hemos encontrado en Barcelona, en el refugio del Palau de les Heures, ya que se incautó la finca para albergar al presidente de la Generalitat de Cataluña Lluís Companys, y se construyó un refugio antiaéreo para poder garantizar su seguridad (Besolí, 2004: 195). Otros ejemplos se han localizado en Guadalajara y en sus pueblos, donde los militares que allí se encontraban construyeron refugios en las bodegas y en ocasiones abrieron más salidas para poder asegurarse (Schnell, 2007: 36).
La importancia histórica que tiene el refugio de la finca Pedro José, está en que allí se pactó el final de la Guerra Civil en Alicante, aunque el traspaso de poderes ya se realizó en los despachos de la capital (Aldeguer y Santo, 1999: 97-98). Esto es algo que se ha planteado por varios historiadores y que puede verse reflejado en las memorias de uno de los protagonistas, José Mallol Alberola, que tras salir del Reformatorio de adultos de Alicante, comienza a encargarse de las organizaciones clandestinas de la falange en la provincia.
José Mallol fue encerrado y trasladado a diferentes prisiones desde el comienzo de la guerra, hasta que a principios de marzo, tras el golpe de Casado, cuando se considera que el conflicto está en favor del bando nacional, es puesto en libertad. Desde este momento comienza las negociaciones para terminar la contienda en Alicante con el menor número de víctimas posible. De modo que según su testimonio, se puso en contacto con José Muñoz Vizcaíno, que en estos momentos formaba parte de la segunda comandancia militar de Alicante y comenzaron a tener varias entrevistas. A través de las memorias sabemos que las entrevistas se realizaban en la finca Pedro José y a través de las fuentes orales, se sabe que estas reuniones se realizaban en la bodega, que formaba parte del refugio mencionado (Mallol, 2000: 65).
Tras esta situación y con la ofensiva del Bando Nacional, en la que se estaban ocupando las ciudades y los puertos del Mediterráneo, en muchos pueblos de la provincia alicantina comenzaron a verse falangistas uniformados, pertenecientes a la Quinta Columna y traspasos de poderes en los ayuntamientos (Moreno, 2014: 22). Desde el día 26 de marzo de 1939, fugitivos de todos los frentes se dirigieron hacia Alicante con intención de llegar al puerto y poder huir al exilio, lo que creó una situación de gran tensión (Mallol, 2000: 66).
En la madrugada del día 28 al 29 las autoridades alicantinas se embarcaron en el barco Marítima, de modo que José Muñoz Vizcaíno fue nombrado Gobernador Militar y José Sempere, Gobernador Civil. Desde ese mismo día, miembros de la Quinta Columna alicantina, apoyados por grupos de la Vega Baja que habían mostrado su adhesión a Franco, llegan a la ciudad y comienzan a ocupar edificios como Correos y Telégrafos, Radios y otros puntos de relevancia. Por lo que ya se pueden ver militares con el uniforme de la Falange, mientras que continúan llegando republicanos al puerto con la intención de irse (Martínez, 1986: 161).
Tras las sucesivas negociaciones que se habían realizado entre Mallol y Vizcaíno, en la noche del 29 al 30 se hicieron efectivas, de modo que se producen los primeros nombramientos franquistas. En las oficinas del centro de Alicante, José Mallol Alberola es nombrado Gobernador Civil, José Senante Núñez, Comandante Militar y Ambrosio Luciáñez Riesco, alcalde de la ciudad. De modo que en la mañana del día 30 se informa a través de Radio que la ciudad de Alicante se encuentra ya bajo las órdenes del Caudillo (Moreno, 2014: 22).
Tras estos hechos se ha podido comprobar que en Sant Joan d’Alacant no hubo registros de fusilados de guerra y tan solo se tiene constancia de 16 personas expedientadas por la Ley de Responsabilidades Políticas (Moreno, 2014: 23).
En el caso de José Muñoz Vizcaíno fue condenado a muerte, pero tras las labores realizadas para poner fin a la guerra se le redujo la pena a unos años de prisión (Mallol, 2000: 79).
Propuesta de la ruta turística
Los refugios son elementos arquitectónicos que por sus dimensiones y sus características pueden ser revalorizados fácilmente, pero en este caso no queremos quedarnos solamente en la importancia de la estructura (Taberner y Broseta, 2015: 402). Con esto pretendemos la comprensión histórica y el conocimiento de un territorio amplio que abarca dos ciudades, Alicante y Sant Joan en un momento cronológico concreto, el periodo de la Guerra Civil.
Al encontrarnos en la Costa Blanca, muchas veces el turismo que se atrae es exclusivo de sol y playa, por eso hemos planteado un Ruta sobre el patrimonio defensivo de la Guerra Civil entre ambas localidades con el fin de ofrecer un turismo alternativo. Algunas poblaciones de esta provincia cuentan con una entidad suficiente para atraer a turistas para ver su patrimonio, pero otros, en cambio, cuentan con atractivos puntuales. Es por ello que planteamos una Ruta que una Sant Joan d’Alacant con la capital y su puerto. La Ruta propuesta puede hacerse mediante el transporte público, de modo que se debe comenzar el TRAM en el MERCADO, dirección LÍNEA 3 y bajar en las paradas de SANGUETA y CAMPO DE GOLF, respectivamente. En esta última hacer transbordo en autobús con la línea 38, hacia la Avenida del hospital.
Las Rutas monográficas resultan muy atractivas para el turista por la relevancia de vivir nuevas experiencias sobre un hecho histórico o tema concreto. Último ejemplo de éxito en la capital fue la experiencia que realizamos con el itinerario GeoAlicante 2015 (Quiles, Sebastià y Tonda, 2015). A través de estas Rutas también es una forma de impulsar la economía de los municipios, que de otra forma probablemente no sería posible atraer a la ciudadanía a otros elementos patrimoniales que se encuentran en los municipios y que pasan desapercibidos.
Con esta nueva actuación, proponemos a que trabajen conjuntamente las administraciones locales por ofrecer un producto turístico de calidad que les beneficia a ambas. Este reto no sirve de nada sino no va acompañado necesariamente de políticas educativas y divulgativas sobre educación patrimonial que ayuden a concienciar a la sociedad del valor que tiene el paisaje cultural, material e inmaterial, de forma que la educación se convierta en uno de los pilares básicos para la preservación de las señas de identidad de cada municipio (Quiles, Martínez y Riquelme, 2016: 1818).
Los historiadores tenemos una tarea pendiente que es adaptar los contenidos históricos al público generalista, porque en la actualidad, sigue siendo desconocida la historia local a los ojos de muchas personas visitantes y residentes. Por otro lado, es interesante que la administración cuente con sus habitantes para que sean ellos quienes relaten su propia historia a través de la participación ciudadana y aprovechar todos los recursos patrimoniales, en este caso, contemporáneos, ya que, esta parte de la historia y de la cultura material puede llegar a ser hoy en día una de las más desconocidas para nosotros.
Agradecimientos
En primer lugar, agradecemos al arquitecto paisajista, Miguel Martínez Perallón, por todo el esfuerzo desarrollado a pie de excavación del refugio Pedro José y su diseño museográfico. También quería mencionar a la gestora cultural, Elena Sánchez Alonso, por acompañarnos en este trabajo y al técnico en turismo, Esther Sanchis Sánchez, por la traducción al inglés. Al historiador Joaquín Santo Matas, por ilustrarnos en la historia local con su libro, Alicante, 1939.
En segundo lugar, premiar la labor de la administración pública con carácter provincial y local de estas localidades por su compromiso con la sociedad, y en particular la participación ciudadana en pro de la protección de estos vestigios de la Defensa Pasiva y todo lo concerniente a la Guerra Civil.
Y por último, queríamos agradecer especialmente toda la amabilidad de aquellas personas mayores de los municipios de Alicante y Sant Joan d’Alacant por su participación en la recuperación de la memoria histórica. Nos abrieron sus casas en la capital y en la huerta, y nos relataron todos sus recuerdos de niñez. Nos contaron la atrocidad, la huida, los bombardeos, el miedo, el hambre y todo, sin tapujos y sin rencor, siendo conscientes que su aportación forma parte del legado histórico de los alicantinos.
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