Casas con alma, casa Torregrosa

Revista Betania 2018

Publicado por David Beltrá Torregrosa & Verónica Quiles López

El alma de la casa

Todos los hogares tienen alma, vida propia, contenido y continente, reflejos de la familia y negocios, historia y leyendas, cosas y casas.

Fue una grata sorpresa, poder visitar el pasado año una casa que por vez primera, se abría al público, la Casa Torregrosa. Para todos nosotros seguro nunca pasó desapercibida en nuestra ciudad, pues en la recta final de la calle San Roque, 12, nos recibe con sus amplios balcones de color cemento marcando un estilo propio. La oportunidad era única y había que aprovecharla.

Su indiscutible riqueza arquitectónica es palpable, por ello ha sido admirable la voluntad de sus propietarios en mostrarla y la visión del arquitecto local, Juanjo Pastor García, por descubrirla y ponerla en valor.

Nuestra visión y aportación redunda en el alma de esta casa. A qué familia pertenece y quién fue el promotor de la misma, a qué negocios se dedicaba la familia y las razones y contexto económico social que se dieron para alzarse. En definitiva, reconocer el valor Patrimonial Cultural Inmaterial de esta vivienda y su interrelación con el objeto, fruto de una dedicación empresarial durante décadas y por varias generaciones. Por ello, nos vamos a detener en la vida familiar y comercial de los Torregrosa hasta en tres generaciones.

En una ciudad antes villa como Novelda cada casa responde a una realidad de la familia que la habita, al negocio al que estuvieron ligados y al mundo que conocieron más allá de nuestras fronteras, casi siempre vinculado a los viajes comerciales que emprendieron. Existe un claro binomio entre propiedad y negocio, donde además las influencias recibidas en su quehacer empresarial, dejan huella en la arquitectura, ornamentación y estilo de sus propios hogares. En la familia y casa Torregrosa, así sucede también.

Artículo Beltrá y Qulies. Revista Betania 2018. Pps 124-127. Aguado Impresores. Novelda, julio de 2018

Negocio y empresa familiar

El primer exportador y comerciante de la familia fue José Torregrosa Mira (1847-1917), cuyo padre y abuelo, dedicaron su vida a la agricultura como labradores y braceros. Nacido en 1847, quien casa en Novelda, con Ana Seller Pérez (1840-1925), vecina de la localidad, en 1873. Es el fundador de una saga de comerciantes. Comienza el negocio en 1898, dedicándose principalmente a la exportación en América del Sur de azafrán y pimentón, gracias al molino de pimentón que tenía en la ciudad. Al igual que trabajó este artículo, también lo hizo en menor medida con conservas vegetales.

Etiqueta de conservas vegetales de pimientos La Noveldense. José Torregrosa Mira. Colección Museo Comercial

La industria conservera, fue una industria en manos de más familias en nuestra población por esas fechas, principalmente los Sala, Navarro y Verdú, además de Vicente Gómez y Hermano. A pesar que el pimiento, la ñora y el azafrán no se cultivaban en nuestras tierras, como es consabido, sí hubo una gran cantidad de empresarios locales que se especializaron en estas especias como buque insignia de sus negocios, que acompañaban de otras como anís en grano, piñones, etc.

José creó la marca La Noveldense y la registró para su uso y utilización de todos sus productos con el número 7.968 en abril de 1901, previo acuerdo de la alcaldía de Novelda para utilización del escudo de la ciudad, rodeado de la bandera española. Posteriormente, crea otro registro con la misma denominación para otros productos con el número 16.529. En nuestra visita a la casa, observamos que dejó patente de esa unión con la misma, pues en el recibidor de la planta baja, aparece repetidamente el escudo de Novelda, al igual que lo utilizará en sus productos.

Envases litográficos de pimentón de la familia Torregrosa. Colección Museo Comercial

La casa toma el nombre de Torregrosa Seller, pues es la segunda generación quien la remodela sobre la antigua de los padres. Los hermanos José y Antonio Torregrosa Seller -nacieron en 1878 y 1890, respectivamente-, este último, propietario de la misma, familiarmente conocido como Tonico Morro, entre mis antepasados ‘los Besó’, también Torregrosa de apellido. Entre las marcas que tuvo la familia, José registrará en 1905, en Argentina, la marca El Guerrillero Japonés, con el número 15.127.

En 1908, casa en Xàtiva con la valenciana, Vicenta Ginés Escurrent y al menos, tienen un hijo, Francisco. Su hermano Antonio (1890-1974), contraerá matrimonio en 1920 con la noveldense, Felicia Pérez Ribelles (1900-1987). Tuvieron un total de nueve hijos, perdiendo en el mes de junio de 1924, a sus dos primeros hijos, Felicia de tres años y Antonio, de tan sólo quince meses, estando embarazada del tercero, al que de nuevo, llamarán Antonio. La última hija, Zeneida, nacida en 1934, tras la muerte de su hermana del mismo nombre. Hoy es quien ha permitido la apertura de la casa de sus padres.

Fue esta generación, a comienzos del siglo XX, la que estableció casa en Argentina, concretamente en Buenos Aires, en la calle Independencia, como sucursal de la Central de Novelda para la expedición de los productos españoles que allí demandaban. Desplazándose parte de la familia a la capital del Río de la Plata, y que siguen vinculados a la misma, junto a otras familias de Novelda, que también fueron en busca de trabajo y fortuna por esas décadas.

José Torregrosa Mira, en 1910, es distinguido con una medalla por presentar azafranes en el Pabellón A de la Exposición Internacional del Centenario (Independencia 1810-1910), realizada en la ciudad de Buenos Aires.

El negocio, junto a la empresa familiar, fue tomando diferentes razones sociales. En abril de 1912, pasan a denominarse José Torregrosa e Hijos, y tras la muerte del padre que fallece en 1917, José Torregrosa y Hermano. En 1930, ambos reciben el reconocimiento como socios de la Cámara Argentina de Comercio en España, con sede en Barcelona por su estrecha vinculación comercial.

Encabezado de carta comercial de José Torregrosa & Hermano. Colección Museo Comercial

Amplían el conjunto de las marcas, así como otra sucursal en Montevideo, capital de Uruguay, en la calle Yaguaroa. Posteriormente, constituyen la sociedad Torregrosa, Belda y Compañía, unidos a sus primos Ramón y Francisco Belda Seller, que viven en Argentina.

En 1931, registran en Buenos Aires, la marca Flor de la Huerta, con el número 153.172. En total tenían registradas las siguientes marcas: El Chancho, La Noveldense, El Guerrillero Japonés, El Guerrillero Español, El Zamorano y Torregrosa. Otras marcas, seguramente registradas con anterioridad en España son El Moro y El Cerdo.

Envases litográficos de pimentón de la familia Torregrosa. Colección Museo Comercial

En enero de 1938, en plena Guerra Civil Española, José Torregrosa Seller, y su primo, Ramón Belda Seller constituyen en Buenos Aires la sociedad Torregrosa Belda con domicilio en la calle Independencia nº 3.685. El objetivo de la sociedad era la importación y venta de pimentón, comino, anís en grano, almendras y otros artículos alimenticios españoles, así como también la venta de frutos nacionales de Argentina.

Antonio Torregrosa Seller, reconocido republicano, no sólo comerció con los productos anteriormente descritos. También lo hizo con uvas de mesa, con la almendra, y así lo asociarán muchos con el “trencaó” de almendras en la calle Santa Rosalía 26-28, edificio fabril donde desarrollaron sus diferentes actividades comerciales dicha familia, solar que hoy ocupa un supermercado.

Etiqueta de uva de mesa Aldedo de Antonio Torregrosa. Colección Museo Comercial

En España en la década de 1940 en adelante, funciona la razón social Antonio Torregrosa Seller, la que se conoció, con anterioridad a la última de su hijo, Elesbán Torregrosa Pérez, quién continuará la empresa familiar. La siguiente generación, los Torregrosa Pérez, cierra la historia comercial familiar.

Artículo Revista Betania 2018. Pps 124-127. Aguado Impresores. Novelda

Arqueología sentimental

La casa familiar en Novelda recibe todas las influencias y vivencias de su promotor, Antonio Torregrosa Seller, único hijo nacido en Orán (Argelia), pues decora muchas de sus paredes de la nueva vivienda utilizando la corriente orientalista del momento. Las obras se iniciaron tras el fallecimiento de su madre, Ana, quien muere en agosto de 1925. La ornamentación correrá a cargo de José Llopis Belda, pintor y decorador. Y también intervino al menos en la vivienda de la calle D. Luis Calpena, el pintor, dorador y rotulista, Francisco Esteban Mira, en 1926.

Casa Torregrosa. Detalle orientalizante en los frisos pintados en el hueco de la escalera

Aportamos datos de la construcción de la vivienda donde intervinieron diferentes empresas y oficios locales. José Mª Ribelles Ayala, contratista y maestro de obras -hijo de José Ribelles Martínez, maestro práctico albañil desde la década de los años 1910-, vinculado familiarmente a la mujer de Antonio, es el encargado de toda la remodelación de la casa. Precisamente, el domicilio de éste está en la calle Luis Calpena, 3, por donde también tiene salida y comunica la Casa Torregrosa. Otros como el marmolista local, Hijos de Felipe Navarro Segura, aportaron parte del suministro de piedra y mármoles para el hall, escalera y chimenea. Además, el suministro de yeso y cal, lo facilitaría la Viuda de José Manchón Crespo.

El mobiliario de las habitaciones y parte de la casa, lo adquirió de Benissa, en la reconocida empresa de muebles Ivars Hermanos, fundada en 1898. Posiblemente la herrería y cerrajería correría a cargo de Hijos de Carlos Valero Mira, también con domicilio en la calle Rosalía, 3. El pavimentador, Juan Beltrá Gómez, quien intervino en 1926 y las persianas a cargo de Luis Cortés Iñesta, conocido fabricante de la persiana IDEAL, patentada de cortina arrollable, premiadas en el Certamen Nacional del Trabajo en Bilbao, en 1928.

Casa Torregrosa

En la colección, Museo Comercial (www.museocomercial.es) fruto de la recuperación y conservación durante los últimos veinticinco años de las huellas de los sectores productivos de Novelda, encontramos fieles muestras que avalan la importancia y desarrollo comercial de la familia Torregrosa, con la especialidad en pimentón dentro del sector de las especias y enfocados a mercados de exportación, principalmente en Hispanoamérica. Desde esta tribuna, agradecemos a Antonio Ayala Rocamora, como jefe de sala del Bingo Jorge Juan, que nos facilitara pasear por el edificio fabril de los Torregrosa, allá por el año 1990.

El pimentón es una especia muy apreciada en nuestra gastronomía mediterránea

Fruto de la labor de Arqueología Industrial, recopilando etiquetas, facturas, publicidad, envases litográficos, iconografía de marcas, etc., mostramos y afirmamos hoy, la importancia y relevancia que tuvo dicha familia en nuestro contexto económico durante la primera mitad del siglo XX. Un objetivo propio del Museo, es la de reconstruir las biografías comerciales de los empresarios y familias de nuestra ciudad y las huellas que han dejado en la misma.

En otro terreno, durante la propia visita, palpamos una atmósfera que nos habla de su peculiar personalidad histórica, cultural y de su identidad, nos emanan diferentes emociones que nos llevan a dirigirnos a modo de Arqueología Sentimental, a recomponer una historia y relatarla desde los propios objetos que nos ayudan a comprender y entender cómo una familia, un negocio, dejan huella en una vivienda, digna de musealizar. La vivienda se convierte en una imagen muy poderosa, generándonos recuerdos y sentimientos colectivos.

Como este caso, existen otros en Novelda, que se han puesto en valor y todos disfrutamos. La conocida casa, hoy Centro Cultural Gómez-Tortosa del Excmo. Ayuntamiento de Novelda y la Casa Museo Modernista de la Fundación Caja Mediterráneo. Ambas vinculadas a la Familia Navarro y posteriores generaciones. También otros, como el caso que nos ocupa de familias vinculadas a actividades productivas que dan cuerpo a la llamada trilogía noveldense: mármol, azafrán y uva.

Junto a la Casa Torregrosa, cuya empresa familiar hemos visto que se dedicó a la exportación de azafrán y pimentón en América del Sur, apuntamos la puesta en valor y conocimiento de la Casa Alberola, también en la calle Castelar, perteneciente a Manuel Alberola Seller y María Beltrá Abad, dedicado a la exportación de azafranes, principalmente a la India y la Casa Mira, de Francisco Mira Abad, espléndido palacete en la plaza San Vicente, ejemplo de hábitat Modernista vinculada al comercio del vino con el Norte de África. Otro ejemplo sería la casa que levantó Pedro Belló Cantó en la actual calle Jaume II, en 1912, socio de la empresa Belda, Belló y Cía, dedicados a la exportación de azafrán y al curioso producto, en base a higos tostados y molidos, como sustituto del café, con la marca Tosthigos.

Al igual que el descubrimiento de una casa con estos valores artísticos que nos transmiten un gran valor patrimonial, al mismo tiempo, le da sentido a los objetos comerciales vinculados a la misma, que unidos a ésta, refuerzan el mensaje, retroalimentándose mutuamente.

Apuntamos la idea de enseñar, abrir, mostrar, relatar… todo este conjunto patrimonial de casas familiares como un gran atractivo y valor arquitectónico, artístico y simbólico de una época, cuya vinculación ornamental y decorativa, está íntimamente relacionada con la actividad económica y social de cada familia promotora.

A modo de conclusión, es necesario enfocar las Rutas de Turismo Industrial – Patrimonial, y valorización del legado Modernista en nuestra ciudad, con la conjunción de lo material e inmaterial. Donde hacemos un ejercicio de memoria colectiva, unido a la suma de historias latentes, de familias, generaciones, negocios y marcas, que no se muestran pero que existen. Y que plasman el prestigio y tradición de estas familias. Diversificando relatos, ofreciendo nuevas temáticas y puntos de vista interesantes e innovadores para todos los públicos. No olvidemos, que cuando volvemos de una visita de este calibre, lo que nos queda del relato en la retina es lo superficial y anecdótico, mezclado con lo más íntimo, sacado a la luz.

Con este artículo y reflexión, nos unimos a la celebración, durante el 2018, conmemorando el Año Europeo del Patrimonio Cultural, por su incuestionable valor educativo, social y turístico, junto a su considerable potencial económico.

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