La Ruta del Azafrán Made in Spain. Noveldenses por Bombay y Japón
Jornadas La ruta de la seda. Repensando otras rutas comerciales
Asociación de Jóvenes Investigadores de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia (PANGAEA). 2, 3 y 4 de noviembre de 2016. Universidad de Valencia.
Resumen comunicación por Verónica Quiles y David Beltrá
Este producto tan particular nace de la planta Crocus Sativus L. de la que se aprovechan los tres estigmas de color rojo. Una vez recolectado y separados las hebras, se procede al secado, llegando la reducción hasta el 80 % de su peso. Se necesitan aproximadamente unas 180.000 flores para conseguir un kilogramo de azafrán, que se utiliza como especia para colorear y dar sabor a los alimentos, es usado en medicina y, además, en países asiáticos como la India, en rituales religiosos. La calidad depende de la monda, tueste y conservación del género por parte del cosechero, y dependiendo de la zona de origen se denomina azafrán de La Mancha, Aragón o Valencia.
El azafrán no se cultiva en Novelda ni en zonas cercanas. Es más, su manipulación y comercialización no obedecen a un sector de ámbito comarcal, sino que se circunscriben únicamente a Novelda. Este hecho singular le confiere un carácter exclusivo a esta especialización económica que, de alguna manera, se ha mantenido hasta nuestros días.
A mediados del siglo XIX, en la ciudad alicantina de Novelda, noveldenses con visión emprendedora supieron comercializar con muchos productos del país, comúnmente llamados a los granos: almendras, vinos, higos, cominos, anises… pero pronto se incorporó el azafrán como producto estrella. El oro rojo cruzaba ayudado de manos noveldenses las fronteras que lo separaban de las tierras manchegas donde se cultivaba hasta Oriente.
La cercanía con el puerto de Alicante y la mejora de las comunicaciones con la inauguración, en 1858, de la línea ferroviaria MZA (Madrid a Zaragozay a Alicante), fueron dos condicionantes muy importantes en el despegue del comercio alicantino. Algunos fundadores fueron Isidro Seller Sellés y José Sala Penalva que tenían almacenes depósitos en Sevilla y los hermanos Crespo Valero en Málaga para el acopio y embarque de las mercancías con destino al mercado americano.
Uno de los mercados más significativos fue el de Valencia, que tuvo su importancia desde antiguo por su proximidad a las regiones productoras, convirtiéndose en puerto de salida de esta mercancía a los mercados nacionales y extranjeros. Aproximadamente sobre la década de los cuarenta del siglo XIX se crea la Lonja del Azafrán, cuyo impulsor fue Dámaso Alcaraz, que actuaba de corredor, comprador, almacenista y vendedor en la misma.
La Lonja del Azafrán llegó a tener su propio boletín de información y el control casi absoluto de toda la producción y venta del mismo. Su actividad abarcó casi medio siglo, iniciándose su declive cuando se desarrollaron las comunicaciones, tanto por las mejoras de las carreteras, como por el incremento de la red ferroviaria hacia el interior de la península, que posibilitó a nuestros comerciantes el acceso directo a los mercados de producción.
Varias son las familias dedicadas a este sector: Abad, Alberola, Albeza, Belda, Belló, Castelló, Crespo, Escolano, Gómez, Mira, Moya, Navarro, Palomares, Pastor, Payá, Penalva, Pérez, Rizo, Sala, Seller, Torregrosa, Valero, Verdú… pronto se organizaron y dejaron al cargo de su negocio familiar, en el porche a las mujeres de la casa, y los miembros con más espíritu comercial se emplearon en viajar por toda España, Europa, América, India y Asia. Hubo grandes viajeros de entre siglos, sin miedo a lo desconocido, con la maleta siempre preparada y luchando por traer buenas noticias para sus negocios y familias. Oriente y Occidente eran sus límites geográficos y su kilómetro cero, Novelda, una villa que poco a poco tomaba cuerpo como centro exportador.
El mercado que revolucionó y marcó el gran desarrollo de este artículo, desde la segunda mitad del siglo XIX, fue el de la India, siendo las casas londinenses Loly Solbe, S Spiner, AC Dady & Co, las que recomendaban o actuaban de agentes intermediarios con los clientes de Bombay. Enviaban un cierto número de cajas con azafrán de diferentes calidades, en consignación o depósito para su venta al mejor precio de mercado. Por estas fechas empiezan a viajar y a conocer este fabuloso mercado comerciantes noveldenses que incluso llegan a establecer casas comerciales: Rafael Mira Beltrá en 1870 y Daniel Sala Penalva en 1883. También viajan a la India Isidro Pérez Mira en 1883 y Manuel Alberola Sellés en 1901.
Unos inicios donde el nombre y apellidos del emprendedor eran la mejor tarjeta de visita. Con el tiempo fueron apareciendo las señas distintivas de cada uno; las marcas, que se fueron forjando día a día, especializándose en cada zona o mercado e identificándose con el lugar o los lugareños. En este terreno la imaginación traspasó los límites. Tanto en la elección de las marcas como en las diferentes formas de crear fidelización, Motivos zoomorfos, antropomorfos, de carácter religioso, históricos, gentilicios, culinarios o domésticos fueron los recurrentes para estamparlos en sus carteritas. En otros casos era la imagen de un familiar, niño o niña de la casa, que prestaba su imagen para sin saberlo, colarse en miles de hogares y mostrar cierta cercanía con los usuarios. Así Delia, Carmencita, Isabel, Manolito, El Niño, Mis Nietos, La Maja, Miguelina, Anita, La Valenciana, Navarro, Conchita, Josefina, Los Gemelos, Mi Niño, Celia, Pili, Lumica, Marcelito… se convirtieron en marcas registradas.
Los cromos y sus álbumes, los vales de canje por regalos, movilizaban a toda la casa para demandar la marca tal cual pues así se conseguían las muñecas de regalo para las niñas, los balones para los niños, los vasos, platos y demás ajuar doméstico para el ama de la casa, carteras, relojes, llaveros, lapiceros, para ellos… En fin una lucha comercial que hacía respirar competencia y competitividad por cada rincón de este pueblo.
El condimento, el azafrán de posguerra, incorporó a nuevas familias a este negocio. Los Candela, Deltell, Manchón, Pellín, Pina, Romero, Sabater, Satorre, Segura, Serrano, Soria, y muchas otras que tuvieron un protagonismo pasajero, fueron la cantera de los viajantes que llegaron a ser casi una legión en Novelda. Cada uno su ruta, pueblos encadenados visita a visita, tendero a tendero, vendiendo las carteritas por millares, prometiendo los mejores regalos… agotando el kilómetro en coches de línea, en moto o los más privilegiados con su propio automóvil. Una generación con mucho mérito, muchos kilómetros a sus espaldas, muchas noticias recibidas fuera de casa y con mucho amor propio a sus negocios.
A la mujer, verdadera alma de los porches, protagonista manual de todos y cada uno de los millares que se expendían desde nuestra ciudad, la sustituyó en la década de los sesenta del pasado siglo, en un quehacer diario la tecnología o el invento adaptado por manos de un mecánico local, que multiplicaba su producción. Al tiempo nacieron nuevos tipos de envasado que necesitaban de las manos femeninas, que paliaron el impacto en el sector. Hoy sigue teniendo un gran protagonismo.
Bibliografía
Abad Sala, Javier; Beltrá Torregrosa, David; Lucas Gómez, Fco. Javier y Ortega Pérez, José Ramón (1999). Los inicios de la modernización en Alicante. 1882-1914. Capítulo de libro La Vid, el azafrán y el mármol. DL: A-906-1999. (pp. 16). Alicante. Edita Caja de Ahorros del Mediterráneo.
Beltrá Torregrosa, David (2009). El comercio del azafrán en Novelda. Comisario de la exposición museográfica. Del 27 de junio al 29 de julio de 2009. Casa-Museo Modernista. Novelda.
Beltrá Torregrosa, David (2013). El Azafrán y las especias, el Mármol y la piedra natural y la Uva de mesa y vino. Comisario de la exposición permanente. Inauguración el 10/1/2010. Showroom de MarmolSpain. Novelda.