Resumen TFG de Lourdes Molina Pastor en la Universidad de Murcia

Origen, evolución y desaparición de los balnearios la playa del Postiguet (Alicante)

Investigadora: Lourdes Molina Pastor

Título: Origen, evolución y desaparición de los balnearios la playa del Postiguet (Alicante)

Grado: Historia del Arte por la Universidad de Murcia

Nota: 8,5

Curso académico: 2014-2015

Directora TFG: Mª Dolores Palazón Botella, Universidad de Murcia

Trabajo inédito

 

Publicado por Lourdes Molina Pastor

Los balnearios de la playa del Postiguet, situados en Alicante, supusieron junto al clima de la ciudad y su estratégica posición geográfica, uno de los puntos más frecuentados por múltiples turistas, que buscaban los beneficios de la talasoterapia, factor que junto a los elegantes balnearios alicantinos potenciaron su aceptación desmesurada. Uno de los principales medios que logró este cometido, fueron las ingeniosas arquitecturas sobre el mar que conjugaron los balnearios, estableciendo de esta forma un núcleo turístico.

Este trabajo analiza el origen de los balnearios alicantinos, su evolución a través de las distintas culturas y la consecuente desaparición de éstos. A la misma vez, esta indagación revela como la práctica de tomar baños forma parte del legado cultural alicantino, pues aunque sus arquitecturas no perduren, sí que lo hace la práctica de tomar baños de agua salada.

En el siglo XIX, Alicante iniciaba su evolución urbanística. Causa de ello, fue el crecimiento de la ciudad. Por ese motivo, el ayuntamiento se vio necesitado de practicar una renovación arquitectónica, la cual se desharía de las murallas que protegieron durante siglos a la población. Frente al posible anhelo de los alicantinos hacia sus murallas, el ayuntamiento expuso: “Autorizar el derribo de las murallas y que Alicante deje de ser plaza de guerra”[1]. Una orden moralizadora convertida en una bonita frase que aludía la paz en la ciudad, embelesando a los ciudadanos y evitando ser conscientes de que se estaba arrancando una gran parte del patrimonio cultural alicantino. Este hecho desolador que daba comienzo a la renovación urbanística incorporaría diferentes arquitecturas modernistas en ésta. Pues al parecer, para el ayuntamiento de Alicante, la ciudad sería un foco de turismo si ésta se veía engalanada de nuevas arquitecturas que ofrecían una nueva imagen.

La construcción e inauguración la red ferroviaria en 1858, gracias a la revolución industrial, miles de ciudadanos del centro de la península ibérica, podían disfrutar de sus vacaciones y ocio vinculado a la talasoterapia a través del nuevo medio de transporte, el tren “botijo”. En torno a este flujo de masas, se construyeron hasta once balnearios en la Playa del Postiguet, y se convirtió la ciudad en un lugar turístico donde la sociedad se evadía de cualquier problema, sacando a relucir su parte más hedonista, pues sus servicios, dotados de baños de algas, tinas y gimnasios sacaban a relucir el culto al cuerpo. La novedad residió en la incorporación de restaurantes sobre los balnearios. Esta serie de apartados se pudieron llevar a cabo gracias a la técnica de construcción de amplias plataformas rectangulares, iluminadas por el sol en todos sus frentes. Una gran ingeniería que eclipsó a gran parte de agüistas.

Tristemente, los desastres de la Guerra Civil hizo que no todos los balnearios pudieran seguir luciendo como lo hicieron en un pasado, pues solo dos de ellos, Alianza y Alambra, pudieron seguir ofreciendo sus servicios, pese a que su fachada nunca retomaría la idílica figura que presentaron en sus inicios. Aun así, continuaba siendo el paradero de muchos balnearistas que ajenos a los tiempos de la posguerra, disfrutaban de la función de éstos. Lamentablemente nunca volvieron a deslumbrar como lo hicieron en sus principios, pues cuando más pletóricos estaban, una nueva reforma urbanística se llevó por delante parte de este productivo patrimonio de servicios.

Posiblemente las murallas no se hubieran demolido si Alicante hubiera carecido de recursos económicos suficientes para abastecer el coste de demolición. Éste factor era síntoma de que el progreso urbano estaba presente, y ello supondría para el turista un atrayente, ya que se consideraba que la ciudad que derrumbaba sus murallas se encontraba en un proceso de evolución y evidentemente ésta se abría paso con una nueva construcción, la balnearia. La cual correría la misma suerte que las murallas de la ciudad. Rápidamente se aprovechó el entorno idílico, lo cual era algo novedoso, por lo tanto generaba un interesante lugar donde veranear. Desde los orígenes de los balnearios hasta llegada la Guerra Civil, éstos prestaron a la ciudad de Alicante un lujoso escenario en el que las fachadas de “valores estéticos imperantes” dialogaban con la propia belleza del mar, ejemplo de ello eran las continuas notas de prensa en las que eran aclamados.

Se considera que tras la contienda militar, los balnearios supervivientes, Alianza y Alhambra, seguían presentado un gran reclamo, pero sus fachadas ya no volvieron a deslumbrar como en sus inicios, por lo tanto comenzaba a notarse una despreocupación por ellos que dejaba ver que su futuro no sería muy lejano. Pues la nueva reforma promulgada por el ayuntamiento en la década de los 60, mostraba los balnearios, permitiendo a la ciudad de Alicante, no perder tan fácilmente su señal de identidad.

Lamentablemente el ayuntamiento prefirió deshacerse de ellos, anticipando que el tiempo no apremiaba para dejar concluida dicha reforma. Pero sí que apremiaba para la construcción del Hotel Meliá en terrenos ganados al mar, la construcción de un paso elevado que facilitaba el tránsito de los automóviles o el nuevo Paseo de Gómiz. Sin tener en cuenta de que en la orilla del Postiguet se estaba privando a la cultura alicantina de sus aclamados balnearios, los mismos que años atrás colmaron de prestigio a la ciudad y que en aquellos momentos se negó concederles una segunda oportunidad para que volvieran a revestir sus fachadas y recobraran la identidad que el tiempo les robó. Así pues Alicante pasaba por otro de sus ciclos de renovación, en el que los recursos económicos de ésta significaban demolición de aquello que “molestaba a la vista”, ya que parece ser, que no existe la probabilidad de reincorporar a la metrópoli esos edificios o simples arquitecturas que han sido guardianes eternos de Alicante, una ciudad muy despreocupada por su patrimonio y señas de identidad que despoja a ésta de su historia, alcanzando de esta forma el sinónimo de ciudad dormitorio en el que muchas ciudades han caído.

 

[1] Rosser Limiñana, P. (1995). Nace una ciudad. Origen y evolución de las murallas de Alicante. Alicante: Ed. Ayuntamiento de Alicante. Concejalía de cultura. (Pp. 52).

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