Extra Especial 160 Aniversario de la Llegada del tren a Alicante
El Club Información acoge una mesa redonda para conmemorar los 160 años de la llegada del tren a Alicante y organizado por el Museo del Turismo y los Viajes de la Fundación FRAX «1858-2018. 160 años de ferrocarril en Alicante. Pasado, presente y futuro».
25 de mayo de 2018 a las 20:10 horas
Intervienen
Gerardo Muñoz, escritor e historiador
Salvador Navarro, presidente de la Condeferación Empresarial Valenciana, CEV
Armando Ortuño, ingeniero, economista e investigador
Juan Bautista Riera, presidente de la Cámara de Comercio de Alicante
Francisco Javier Vidal, Catedrático de Historia e Instituciones de la Universidad de Alicante
Modera: Fernando Ramón, director del Club Información
Caminos de hierro por Alicante, llegaron las vías del progreso
Publicado en el DIARIO INFORMACIÓN 25/mayo/2018 por David Beltrá y Verónica quiles
Minuto cero de la industrialización. La llegada del ferrocarril en 1858 cambió radicalmente la provincia de Alicante, impulsando la economía ciudadana y en especial las actividades mercantiles y el tráfico portuario de la capital
La visita de la reina regente Isabel II, después de más de diecisiete horas de viaje sobre el ferrocarril desde Madrid a nuestra ciudad, supuso un hito de primera magnitud para toda una provincia. Le acompañó el fotógrafo francés de la Casa Real establecido en Madrid, Jean Laurent, unió dos nuevos conceptos: la fotografía y progreso que traería las vías del tren. Fruto de ese viaje realizó un bello álbum fotográfico donde dejó constancia de las estaciones construidas, obras de ingeniería y algunas vistas de pueblos y ciudades para que una vez superada la llanura manchega, la máquina de tren pudiera oler a mar.
Las influencias de Don José de Salamanca, Marqués de Salamanca, ayudaron a que la línea que estaba establecida hasta Almansa, finalizara en nuestra capital. Por esta vez, Alicante gozaba de una ventaja competitiva con respecto a otras ciudades con puerto como Cartagena o la propia Valencia ¡Qué hubiera sido de estas tierras de haber recaído en alguna de estas otras ciudades dicha ventaja diferencial!
En 1847, Alicante ya era capital. Su situación geográfica, la relevancia del puerto siendo el primer centro comercial de la zona, con numerosos almacenes mayoristas y comisionistas de casas extranjeras y ser sede consular, le ganó a la ciudad industrial de Alcoy la designación de la capitalidad. En estas fechas, se amplió el puerto llegando a la categoría de Interés General, en 1855, y tres años después se convertiría en el puerto de Madrid gracias a la línea ferroviaria MZA, pues era la primera conexión de la capital española con el Mediterráneo. En 1877 se fundó la Caja especial de Ahorros de Alicante y en 1887, la Cámara de Comercio de Alicante.
La llegada del ferrocarril, impulsó la economía ciudadana y en especial las actividades mercantiles y el tráfico portuario con salida de frutos y caldos del país con el sello alicantino. Estas operaciones la manejaban los comerciantes ingleses, franceses o italianos afincados en la ciudad, acompañados de ricos hacendados oriundos del Levante. Así pues, según el listado de componentes del Círculo de Comercio de 1835, encontramos apellidos, como White, D’Arreglade, Mac-Culloch, Raggio, Braddell, Carey, Salvetti, Satchell, Bushell, Carrere, Die, Berruti y Maisonnave, entre otros. El propio Banco de España, designó su sucursal para esta ciudad también en dicho año, 1858.
Las vías del progreso jalonaron nuestro territorio dejando paradas o estaciones desde La Encina a nuestra capital. Así pues, ciudades como Villena, Sax, posteriormente la Colonia de Santa Eulalia, Elda, Monóvar, Novelda, Monforte del Cid, Agost, y San Vicente del Raspeig fueron agraciadas con esta distinción. En muchos casos la propia estación distaba varios Kilómetros de la población, y en alguno, había que superar accidentes geográficos como cruzar el río Vinalopó para acceder a las vías. Estaciones categorizadas como de primera, segunda y tercera clase. Recayendo para la ciudad de Alicante la de primera clase.
Las vías hicieron que se comunicaran las regiones y facilitó el comercio de los productos alicantinos que pronto, favoreció el crecimiento económico de muchas ciudades que ya destacaban en la manufactura y posteriormente, en la industria. El desarrollo de las propias estaciones no fue homogéneo en el tiempo ni en la forma, alargándose hasta los años 30 del siglo XX. No todas las ciudades y comarcas aprovecharon de igual modo la llegada de esta nueva revolución.
A Isabel II y su séquito, les obsequiaron con una Exposición de Frutos, presentado por un total de “49 doncellas de las más hermosas de los pueblos productores”. A modo de procesión ofrecieron sobre canastillos los frutos de cada población. Nísperos del Japón cultivados en La Nucía, naranjas y sandías de Benidorm, cerezas de Confrides, dátiles y palmito de Elche, limón y almendras de Alfàz del Pi y Beniardá, fresas de Polop, albaricoques de Altea y Villajoyosa, tomates y habichuelas de Callosa de Ensarriá, peretas y limas de Cox, manzanas de Castalla, nueces de Castell de Castells y pasas de Parcent. Como vemos, una provincia volcada en la agricultura que gozaba de un buen clima y excelente gestión de los recursos hídricos como legado de los musulmanes.
A estos productos de la tierra y a modo de manufacturas artesanas, le ofrecieron a SS MM, aceite de oliva de Castalla, embutidos de Tárbena, turrones de Jijona, miel de Bolulla, seda natural en rama de La Nucía, peladillas y anises de Alcoy y el afamado vino fondillón, en este caso de Castalla y de solera de 1806, son prueba de la incipiente producción alicantina.
Es de resaltar que como únicos productos industriales, sólo apareciera en la lista de obsequios, los paños y telas de algodón y varias clases de papel procedentes de Alcoy y una manufactura de vidrio de Busot. Queda claro, que a la llegada del tren a nuestras tierras, únicamente se había desarrollado una incipiente industrialización en la ciudad de Alcoy. La “fotografía” que nos relata esta crónica es definitoria de nuestra provincia a mediados del siglo XIX.
El paisaje de las Estaciones alicantinas
El ferrocarril marca el minuto cero de la industrialización de nuestras tierras, comarca a comarca, impulsada por las familias pioneras comprometidas con el territorio, sabiendo aprovechar en cada zona, lo que daba la naturaleza combinándolo con el ingenio levantino, heredado de los fenicios.
De aquella época, en Alicante pervive en la ciudad el Teatro Principal construido en 1847 y como ejemplo de pequeño comercio, el Horno de la calle Toledo establecido en 1854, y que a día de hoy, sigue elaborando panes y pastas en el casco antiguo. Y la única Fábrica a la que se le conoció como tal, era la de Tabacos, que perduró durante dos siglos en la ciudad de Alicante que, junto a La Británica en 1841, fue el inicio de la metalurgia en la capital alicantina.
Como hemos dicho, cada ciudad aprovecharía de diferente forma la revolución del transporte. Villena y Sax, desarrollaron importantes negocios en base al comercio del vino, en torno a sus estaciones. Bodegas del Marquesado se establecen precisamente en el año 1858 y sus edificios junto a otras bodegas, rodearon por muchos años la Estación de Villena quedando hoy vestigios de dicho comercio. En Sax, son familias francesas las que establecen sus edificios bodega junto al ferrocarril. Llegaron buscando un mejor futuro, después de que la filoxera hubiera arrasado los viñedos galos. Así pues denominamos como Estaciones del Vino a las de Sax y Villena.
La estación de La Encina, con su edificio construido en 1888, siempre actuó como nudo ferroviario, de gran calado estratégico y logístico, para comunicar la línea MZA con la capital valenciana. Hoy sigue siendo importante para el desarrollo del futuro Corredor del Mediterráneo.
El caso de la Santa Eulalia, como colonia agrícola fundada a principios del siglo XX, de gran interés patrimonial incluso en la actualidad, es un caso anecdótico pero de gran relevancia como ejemplo de colonia agrícola y obrera, aprovechando los frutos de la tierra (vinos, alcoholes, cereales y harinas) y su enclave logístico. El tren dio sentido a todo este desarrollo fabril y civil.
Los casos de Elda y Novelda, suponen la característica que sus estaciones estaban separadas de la población por el paso del río Vinalopó. Ambas tuvieron que construir sendos puentes para conectar la población y sus estaciones. Elda, gozó de una estación provisional, en 1862, construida a modo de barracón de madera. En su barrio de la Estación, se establecieron varias fábricas de hormas de madera, dedicadas a la incipiente industria del calzado. En Novelda destacó el turismo de balneoterapia con la creación del Balneario de Salinetas en 1858, a raíz de la reciente inauguración de la línea del ferrocarril.
Novelda y Monóvar, con sendas estaciones alejadas de la población, fueron las pioneras de la industria de la piedra natural. La cercanía de las canteras, importantes yacimientos en la actualidad de piedra Bateig a ambas ciudades, hizo que las tres familias pioneras de dicha industria en el valle del Vinalopó, Los García, Pérez y Asensi, establecieran sus primigenias industrias pegadas a las vías en el caso de Novelda. Le seguirían las familias Tortosa y Bernabé para el caso de Monóvar. Pero también dichas ciudades, tuvieron su relevancia en el comercio del vino, como a día de hoy goza la ciudad que vio nacer al escritor Azorín, con su vino fondillón como estrella.
En el caso de Novelda, hoy los viñedos vuelven a dar vinos y uvas de mesa que junto a la industria del mármol y el azafrán que se traía de La Mancha, siguen conformando la trilogía noveldense. Como curiosidad, encontramos en el periódico local, El Eco de Novelda, en junio de 1886, una agria disputa entre los usuarios de La Estación, donde los comerciantes de vino, se quejaban de que la manipulación de las piedras labradas en su mismo muelle, producía muchas roturas en los toneles. Justifican que el tráfico de los caldos alicantinos, para ese momento, es de 25 a 30 vagones diarios, reclamando un muelle de trabajo y expedición para dicha actividad únicamente.
El caso de Monforte del Cid, es más tardío. En 1897 se construye una pequeña Estación denominada Monforte – Gabarrera, vinculada a la exportación vinícola hacia Francia.
Agost disfruta de un pequeño apeadero, alejado de la población, que no desarrolla ninguna otra edificación conexa. Precisamente en dicha estación se proyectó y se construyó en la década de los años 20 y 30 del siglo XX, la línea inacabada que pretendía unir la línea MZA con la ciudad de Alcoy. Hoy es una vía verde que recorre bellos paisajes de montaña.
La llegada de la compañía MZA a nuestra provincia, de la mano de capital francés concretamente de la familia Rothschild, hizo que se pusieran en marcha otros proyectos que conectarían entre sí nuevas comarcas y zonas productivas. De Villena surgiría la línea hacia Yecla, Alcoy y Alcudia de Crespins entre 1882 y 1884. Era de vía estrecha y conocido como el VAYA o tren “Chichara”. Alcoy buscó su propio puerto con el ferrocarril de los ingleses, llegando hasta el puerto de Gandía en 1892. De aquí se suministraba de carbón para su imperiosa necesidad industrial y también era puerto de salida de sus paños y papel de fumar.
Por su parte en Alicante, la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, construiría la línea hacia Murcia, inaugurándolo en 1884, con Estaciones en Elche y Orihuela, además del ramal de Albatera a Torrevieja. De la ciudad de Alicante, partiría el tren de La Marina, con su propia Estación y en varias fases. Hasta Altea, inaugurado en 1914, llegando a Denia en 1915.
La ciudad de Alicante, fue receptora in crescendo de forasteros y viajeros, posteriormente bautizados como turistas. A bordo del tren botijo, llegaban a nuestras playas multitud de familias, buscando un primer baño de temporada en los balnearios de ola y los mejores rayos de sol.
La conectividad que nos supone la llegada de la línea AVE, refuerza a Alicante como una ciudad comunicada a diario con Madrid. En la actualidad, los arroces de la montaña y del mar de Alicante, se pueden degustar a un par de horas desde la capital madrileña.
Si el hito del siglo XIX para la ciudad de Alicante, fue el ferrocarril. Para el siglo XX, entendemos como único caso comparable, el establecimiento del Aeropuerto de Elche-Alicante, en El Altet. Para el presente siglo XXI, seguimos soñando con capturar un nuevo hito.
Productos alicantinos por el mundo
La ciudad de Alicante ya era cosmopolita y tanto el ferrocarril como el puerto de Alicante, jugaron un papel importantísimo para la exportación a las colonias españolas como al resto de países. Estas manufacturas y productos Made in Alicante serían promocionados en las Exposiciones Universales lo que facilitaba su venta. La primera Exposición Universal que tuvo lugar fue en Londres en 1851 para mostrar a la sociedad el desarrollo industrial del momento y la exportación de productos.
Grandes personalidades pertenecientes a la nobleza alicantina como el V Barón de Finestrat expuso sedas y caldos de vino malvasía, fondillón y aloque cosechados en la finca Capucho de la Huerta alicantina. El ayuntamiento de Alicante recibiría en 1855 una distinción por la presentación de los mejores productos alicantinos en la Exposición Universal de París y el Marqués de Benalúa, representó al Consejo de Alicante en la Exposición Universal de Barcelona de 1888.
Alrededor de una veintena de Exposiciones Universales se realizaron durante la segunda mitad del siglo XIX hasta 1929. Vinos fondillón, aguardientes, esteras de Crevillente, cáñamo, barrillas de varias poblaciones alicantinas, sedas y mármoles de Orihuela, cajas de fósforos, papel de fumar, tejidos y lanas de Alcoy, conservas de Aspe, turrones de Jijona y las uvas pasas de la Marina Alta, entre otros. Muchos obtuvieron premios y menciones honoríficas.
Alicante acabó uniéndose a la fiebre de exposiciones nacionales, comarcales y provinciales que se estaban realizando en las diferentes comunidades y provincias españolas. En octubre de 1860, Alicante celebró la primera Exposición Agrícola, Industrial y Artística, organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País de Alicante. Esta exposición se llevó a cabo en el Paseo de Capuchinos, hoy Paseo de Campoamor con productos de la agricultura, de las artes y máquinas, modelos y aparatos para la industria. De los 204 premios repartidos en primera, segunda y tercera clase, mencionamos los productos premiados con medalla de oro como fue sedas de Orihuela presentado por Basilio Calvet; vinos alicantinos fondillón, malvasía y aloque lucido por los señores Die hermanos de Alicante; tejidos de lanas y paños de Alcoy por José Jordá e Hijos y tipografía, litografía, encuadernación y timbres de color en seco de la imprenta Sra. Viuda de Juan J. Carratalá.
Arqueología Industrial
Uno de los objetivos de los autores a través de la colección Museo Comercial de Alicante y su provincia, es la promoción y puesta en valor del Turismo Industrial representado por un río de industrias y huellas de los últimos 160 años de la provincia alicantina. En colaboración con la Universidad de Alicante y concretamente, el Máster de Arqueología Profesional y Gestión Integral del Patrimonio, a través del TFM “Alicante en el mundo. La línea MZA y las Exposiciones Universales” del investigador de la colección, Álvaro Varela Soriano, pone de relieve un legado muy poco valorado y estudiado en nuestras tierras. Otro ejemplo en proyecto es la futura rehabilitación para el Museo del Mármol, Uva y Azafrán (MUAN) del muelle de carga del barrio La Estación de Novelda, relatando una parte importante de la historia contemporánea de la Comarca del Medio Vinalopó.
Con sello Made in Alicante y Made in Costa Blanca, Alicante tiene la asignatura pendiente de plasmar en un Museo, sus señas identitarias representando al conjunto de industrias, sectores y comarcas de los alicantinos que vieron crecer la provincia desde la llegada del tren. Hoy celebremos el 160 Aniversario, pero también celebramos el esfuerzo de emprendedores, empresarios y trabajadores que supieron crear progreso con industrias y comercios y que hoy en día, existen más de 100 empresas familiares pioneras reconocidas, orgullosas de representar la Marca España en cualquier lugar del mundo, ya sea por mar, cielo y tierra a bordo de barco, avión o ferrocarril.